La frase con la que titulo mi escrito, me lleva a plasmar algunos conceptos y experiencias como comunicadora.
La comunicación es como una antorcha que enciendes para poder avanzar en tu camino. Tener tu propia luz, te permite ver y observar lo más claro posible. Tu antorcha te da confianza, te da seguridad para dar nuevos pasos, pero a la vez te da una responsabilidad: debes tener cuidado de no quemar a quienes se te acerquen y también estar dispuesto a compartir el fuego para iluminar a otros.
Lo que decimos, dependiendo de cómo lo expresamos, tiene el poder de encender o apagar antorchas. La llama es la autoestima, el valor personal. Esa llama que todos debemos cuidar y avivar diariamente.
¿Debemos ser cuidadosos con nuestras palabras? Claro que sí. En la medida que nos comuniquemos mejor, tendremos mejores relaciones. Empezando por la relación con uno mismo, pues cada quien es responsable de su propia llama.
En las redes sociales encontramos muchas interacciones como quejas, reclamos o críticas cuya intención es destruir la imagen o reputación de una persona, empresa o producto.
El ataque puede generar o no un contraataque, y es precisamente ese momento en el que se decide, donde se pone a prueba el autocontrol, ya sea para no responder a la ligera o incluso el no contestar, ignorar o guardar silencio.
Igual pasa en las conversaciones con gente negativa o problemática. Esos que sacan a pasear sus miedos, ira o frustraciones. Gente que critica todo o habla mal de otras personas. Con ellos también debemos regular nuestra emoción y cuidar nuestros pensamientos. Son situaciones en las que se puede irradiar luz y no proyectar sombra.
Evita ser un apaga antorchas.
- Acepta tus errores, No tienes que culpabilizar a otros por tus problemas o desgracias. Dedica tiempo a conocerte, ver qué actitudes te molestan y lo que debas mejorar para crecer como ser humano.
- No juzgues. Primero trata de entender al otro, para luego poder dar una respuesta o aclaración.
- Habla lo más serenamente posible. Recuerda la frase: No dejes que la gente te lleve a su tormenta, tú atraela a tu paz.