martes, 6 de junio de 2017

COHERENCIA: Entre la honestidad y la autenticidad.



Cada día nos vemos forzados a ser lo más auténticos posible, a ser honestos con nosotros mismos, que haya coherencia entre nuestras acciones y nuestras palabras.



Qué fácil es criticar, juzgar, opinar y callar. Pasar al nivel de la acción, de la búsqueda de soluciones y de trabajar para mejorar lo que nos parece que anda mal en nuestro país, cuesta. No se trata de falta de dinero, falta de tiempo o incapacidad; es el miedo a quitarnos las máscaras y dejar al descubierto que también hemos cometido errores.

La vida me ha permitido conocer qué se siente cuando lo que dices, no concuerda con tu realidad. Con la llegada de las redes sociales, pude constatar que la gente puede creer que tienes una vida fácil y llena de éxitos. Que pocos se atreven a mostrar su verdad, porque eso significaría perder oportunidades de trabajo o clientes, incluso hasta perder seguidores, porque la gente busca motivación. Por otro lado, he visto gente hablar de religión y a la vez juzgar duramente al prójimo. Cuando todas las religiones hablan de amar hasta al enemigo, pues amar al amigo lo hace cualquiera.

La mayoría de los problemas que estamos viviendo han sido por mala comunicación y la falta de transparencia en la información, que son la base para la toma de decisiones. Veo cómo se pierde el tiempo en debates insanos y estériles. Parece una competencia para ver quién sabe más estadísticas o conoce sobre el problema, pero cuando acaba el show, no se toman decisiones, porque hace falta una ley o porque alguien tiene que dar la orden para que se haga.

El tiempo corre y la indiferencia pasa su factura. Podemos llenar los noticieros y programas de opinión con entrevistas, reportajes bonitos analizando una y otra vez, los problemas de siempre. Como si tuviéramos Alzheimer y no supiéramos lo que tenemos que hacer.

Me atrevo a decir que todos los que nos han gobernado son iguales. Llegan con el mismo entusiasmo y luego quedan como zombis, mareados por los elogios de sus cercanos colaboradores y las fuertes críticas de los medios y la oposición. No he visto hasta el momento un político sensato, que aproveche esas críticas para tomar sus decisiones, y evitarnos los sinsabores que trae consigo la improvisación y el miedo a la impopularidad.

Cuando en este país empecemos a hacer, lo que tenemos que hacer, cuando lo tenemos que hacer y como se tiene que hacer, veremos el verdadero cambio.


Les deseo siempre lo mejor.